jueves, 5 de febrero de 2015

Poco es tanto

Le quite el abrigo negro y pude sentir el miedo impregnado en su cuerpo. La tibieza de su aliento me lleno el rostro al acercar mi cuerpo a ella.

El escote de aquel vestido negro me dejo mirar el principio del bulto de sus senos que roce con delicadeza. Me sentí realmente enamorado de aquella figura, de aquel cuerpo temeroso pero lleno de deseo.
Coloqué mi mano en su nuca, debajo de ese cabello que llevaba suelto y puse mis labios sobre los suyos. El beso duro casi una eternidad y fue ella quien le puso fin al clavar sus dienten en mi boca, deje caer lentamente mi sangre en su cuello, me aparté y sin más abrió su vestido y sonreí perversamente.
Tire de su cabello para acercar mi boca a su oído, y entonces le susurre su destino a la vez que mi sexo acariciaba su sexo, ella sabia que merecía aquel castigo, que tenia que soportarlo.
Su respuesta fue un gemido que endulzo cada centímetro de mi. Apure la velocidad de mi cuerpo, arañe sus costados y apreté sus caderas con fuerza, anuncio su orgasmo como un lamento que me supo a gloria y que a mi me hizo descargar todo mi deseo sobre ella.

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